Kiryu caminaba por los tejados, teñidiénsoe ya el cielo de un oscuro azulado plateado. La noche iba cayendo poco a poco, como las vidas de los shinobis de hoy en día. Era todo una masacre, todos los días, todas las épocas, todas las horas...todo era un bucle infinito de sufrimiento, sin remedio alguno. Sólo podía haber alguien que podía detener tal ciclo...y debía de crear una cadena para que otros siguiesen su filosofía. Así era Kiryu...alguien que prefirió el camino del bien que al mal.
Se fijó en una Gennin, junto con un Gennin. - Fuisteis rivales hace poco, ¿no es así...? - sonrió de forma burlona, bajando hacia ellos. - ¿Qué haces aquí, hijo? - agarró la nuca de el y la pellizcó con sumo cuidado. - No te he dado ningún permiso para algún descanso - alzó algo la voz, alejándose de él. Miraba de reojo de forma consecutiva a la otra muchacha. - Eres...Hm...Te noto tú potencial. Lo noto...y me gusta. Quiero entrenarte. - sus ojos rodaron por todo el cuerpo de la joven, sonriendo de forma malévola.