En Ame, como siempre, llovía... Desde que vivo aquí no ha parado de llover un solo día y la lluvia se ha terminado convirtiendo en mi "elemento" por decirlo de alguna forma, no un elemento de estos de hacer sellos y ¡Magia! sale agua o fuego de cualquier sitio... El elemento del que yo hablo es simplemente mi terreno, el lugar donde me muevo mejor sin lugar a dudas. Así que allí estaba, en la calle más solitaria de Ame, dejando que la lluvia me bañara como de costumbre con mi Katana enfundada en la espalda, como estaba comprada en Ame, la hoja estaba hecha específicamente para que no se oxidase y así poder manejarla a placer en la lluvia. Mis pasos se hicieron presentes en la soledad de la lluvia mientras empezaba mi camino por las calles de Ame, girando esquinas en las que a lo mejor, había algún borracho tirado en el suelo o una mujer buscando algún cliente que "satisfacer". Así era Ame, una aldea extraña en la que la moral carecía de sentido. Por eso existía yo, por eso mi presencia aquí no era un crimen... Un psicópata más que caminaba por las mismas calles que la gente que se cruzaba. -Mierda de vida...- Decía una y otra vez para mi mismo, cuando 3 hombres de mayor estatura que yo se plantaron delante de mi, sus manos portaban un gran palo de madera cada uno, de lo que deducía que querían robarme. -No pasa nada, ya estoy acostumbrado.- Murmuré para mi mismo, avanzando sin temor hacia tales gigantes mientras que, como un suspiro, mi katana se desenvainaba y se envainaba mientras yo continuaba mi camino a paso suave pero lento. Cuando los hombres de gran tamaño quisieron darse cuenta, sus bates estaban partidos por la mitad y sus yugulares seccionadas, dejando un reguero de sangre que con la lluvia era arrastrada hacia las alcantarillas, casi siempre inundadas. -El corte de un cirujano, limpio, suave, sin huellas, sin rastro.- Decía para mi mismo en una canción algo divertida mientras una sonrisa de placer se dibujaba en mi rostro... Adoraba la sangre.

Caminaba sin seguir un rumbo fijo, sin saber por qué lo hacía. Simplemente, lo hacía, ignorando la lluvia, ignorando un olor putrefacto de procedencia desconocida, ignorándolo todo. El exterior me resultaba borroso, extraño y alejado. Vivía en una especia de burbuja. Últimamente llevaba una racha bastante mala, no tenía nunca nada que hacer, y el aburrimiento era algo que me sentaba bastante mal. Así que iba de calle en calle como un alma en pena, rezando para que algún inesperado milagro ocurriese y cesara mi aburrimiento.

Por eso, cuando me topé por casualidad con mi amigo, Law, sentí que la pompa estallaba, y esto me llenaba de alegría. Por fin algo ligeramente distinto en mi monótona vida, y aunque sabía que no sería más que una breve conversación, y en poco volvería a estar como había estado hace unos segundos, menos daba una piedra. Aunque claro, mi felicidad no se vio reflejada en mí. Por el exterior, seguía tan frío como siempre.

Me quedé quieto en el sitio, observando como terminaba con la vida de aquellos desgraciados hombres, sin sentir pena por ellos. Sólo sentí pena por el mundo en el que vivíamos, y que la gente tuviese que estar muriendo continuamente... pero bueno, la vida era así, y nadie podría cambiarla. La sangre brotando de sus cuerpos me hipnotizó durante unas milésimas, Una vez terminó, llamé su atención carraspeando un poco, y luego comencé a hablar.

-Fantástico, matar a gente porque se ve obligada a robar por falta de comida. ¿A eso te dedicas últimamente, viejo amigo?-Cualquiera que me oyese decir esto, con mi voz y gesto gélido, pensaría que lo digo completamente en serio y que me ha molestado, pero Law ya me conocía, y debería saber que lo decía en broma.-¿Qué es de tu vida? Hace bastante que no nos vemos.

Me acerqué tranquilamente a los cadáveres, que todavía estaban calientes, e ignorando la abundante cantidad de sangre empecé buscar dinero o cualquier cosa de valor en ellos. Sólo necesité algunos segundos para verificar que no tenían absolutamente nada, ni un mísero Ryou. No fue ninguna desilusión, era obvio que no iba a encontrar nada, pero mejor era asegurarse, desaprovechar dinero era algo que no iba a permitir.

-Una pena. Había que probar, ¿no? La próxima vez que asesines a alguien a sangre fría, intenta hacerlo a alguien con un poco de dinero.-Dije.

Disfruté del fresco contacto de la lluvia con mi rostro, mientras analizaba la respuesta de Law.

En medio de mi disfrute, cuando miraba de reojo los 3 cadáveres que había dejado en mi camino, sentí una presencia observándome, busqué con la mirada alrededor y una voz me guió hasta el lugar exacto y allí estaba, Óderis, una sonrisa alegre inundó mi rostro, ligeramente parecida a la sonrisa de placer de ver la sangre, pero alguien como Óderis estaba seguro de que sabía distinguirlas... Me hizo gracia su comentario, pues si no me equivocaba, él era tanto o más sanguinolento que yo y tenía la misma cantidad de escrúpulos, cero. "~Fantástico, matar a gente porque se ve obligada a robar por falta de comida. ¿A eso te dedicas últimamente, viejo amigo?~". Respondí a su pregunta con la misma alegría que me inundaba al verle, pero con un tono de gracia en mis palabras. -No, eso es demasiado escrupuloso... ¿Sacarlos de la pobreza de un solo corte? No, yo tengo planes mucho más malvados para ellos.- Afirmé con la mirada intensa que me caracterizaba, mientras dirigía mis pasos hacia los cuerpos de los muertos y me agachaba para mirarlos. "~¿Qué es de tu vida? Hace bastante que no nos vemos.~" Me rasqué la barbilla pensativo... ¿Cuánto tiempo habíamos estado sin vernos? No tenía ni idea, pero era cierto que tal vez me hubiera metido demasiado en el tema de operar y traficar con órganos humanos y no había dedicado suficiente tiempo a mi pedófilo amigo, decidiendo víctimas para nuestros malvados planes. -Bueno, me he metido mucho en la cirujía, pero te prometo que lo dejaré apartado un tiempo para estar más a tu lado, compañero. He oído hablar de una niña muy mona y su hermana mayor de pechos voluminosos...- Afirmé con una risa bastante maliciosa que sonaba entre el golpear suave de las gotas de lluvia contra el suelo, demasiado loco para una ciudad de locos tal vez.

Mi compañero se lanzó a la acción, buscando en los cadáveres de los muertos alguna cantidad de dinero, por poca que fuese en ellos y yo le observé con tranquilidad, no me interesaba mucho el dinero, aunque era cierto que si me llegaba para mis caprichos tales como katanas nuevas lo aceptaba sin más. ~"Una pena. Había que probar, ¿no? La próxima vez que asesines a alguien a sangre fría, intenta hacerlo a alguien con un poco de dinero."~ Reí por su petición y asentí, respondiendo a tal propuesta. -Estaré encantado de hacerlo, quiero comparar los órganos de un pobre con los órganos de un rico.- Ahora me entraba la curiosidad... ¿Serían más sanos los del rico que come por capricho cosas que no proporcionan muy buena salud, o los órganos de un pobre que come lo justo de arroz para poder moverse cada mañana? Debía averiguarlo en algún momento. -¿Y tú? ¿Has estado haciendo algo interesante? He oído que nos van a asignar en el mismo grupo.- Tal vez fuera cierto, tal vez no, pero me encantaría luchar mano a mano junto a mi compañero contra otros adversarios, las ninjas o eran cada vez más jóvenes o estaban cada vez más buenas... Yo no me iba a quejar y seguro que él tampoco.

Law, una de las pocas personas en las que podía confiar, era tan alegre como siempre lo había sido. La verdad es que era extraño que se hubiese forjado una amistad tan fuerte entre nosotros, teniendo en cuenta que éramos bastante diferentes... él tan emotivo y yo tan apático, él dominaba el kenjutsu y yo el genjutsu, a él le iban las mujeres con grandes pechos y yo prefería las monas niñas. Aunque, quizá, de eso se trata una buena amistad: llevarnos bien sin importar las diferencias.

Cuando mencionó a una niña muy mona, cada uno de mis sentidos saltaron de golpe. Es mi palabra mágica, no puedo evitarlo.

-Oh, genial. Un día de estos tenemos que ir a hacerles una "visita". Espero que no nos hagan hacer mucho esfuerzo para cobrarnos nuestra mercancía, no queremos que acaben con el mismo resultado que estos hombres.-Dije, mostrando una pícara sonrisa.-Lo bueno de que me gusten jovencitas, es que siempre pelean menos. Son todo ventajas.

Me sorprendí cuando dijo que íbamos a formar parte del mismo grupo, y esto me alegró bastante. Todo es más divertido y ameno al lado de un amigo. Como siempre, ninguno de estos sentimientos se mostró al exterior. Sabía que mostrarme siempre tan insensible era algo bastante negativo, pero era mi forma de ser y no podía cambiarla. Además, tenía sus cosas buenas, sobre todo en la batalla, donde los enemigos no pueden saber qué estoy pensando.

-¿Ah, sí? Eso es magnífico. Juntos no nos podrán parar, les machacaremos todos. Tú delante, dando espadazos y recibiendo los golpes; y yo lejos, perjudicando con genjutsus, sin peligro alguno. La estrategia perfecta.-Dije con tono burlón.-Y, bueno, sobre si he hecho algo interesante... la verdad es que no mucho. Últimamente ando bastante aburridillo. Y no me he encontrado a muchas niñas, a ver si tengo más suerte y me encuentro alguna que esté bien.

Empecé a pensar en cómo sería todo cuando empecemos a entrenar. La verdad es que por fin podría empezar a moverme, por lo que mejor que como estoy actualmente, será. Aunque me preocupa el sensei que me pudiese tocar, no me gusta recibir órdenes... pero supongo que tendría que acatarlas, no quería quedarme toda mi vida con el mismo rango.

-Y... ¿sabes algo sobre el que va a ser nuestro sensei?

Al parecer mi comentario sobre la "niña muy mona" hizo que mi compañero se alegrase en cierto modo de ello, él era así y no tenía intención de que cambiase, me gustaba su personalidad y su forma de ser. El único amigo que había tenido en mi vida, uno era suficiente, uno estaba bien y mientras la vida durase, la amistad también lo haría. "~Oh, genial. Un día de estos tenemos que ir a hacerles una "visita". Espero que no nos hagan hacer mucho esfuerzo para cobrarnos nuestra mercancía, no queremos que acaben con el mismo resultado que estos hombres.~" Me llevé la mano al rostro, cubriendo la mitad de este y dejando ver tan solo media sonrisa ante tal afirmación y respondí con gracia. -Estaré encantado, siempre es más divertido cuando cada uno tiene sus propios objetivos...- Afirmé de forma algo alocada, cualquier persona que nos escuchase estaría pulsando el "091" continuamente, por suerte eso en esta aldea ni en ninguna otra existía. "~Lo bueno de que me gusten jovencitas, es que siempre pelean menos. Son todo ventajas.~" Asentí ante su afirmación, pero luego negué con la cabeza con los ojos cerrados, aparentando seriedad. -Yo prefiero las mujeres atractivas con pechos grandes, son muy suaves y a la vez tan frágiles... Como una delicada flor de cristal, que se rompe fácilmente.- Dije sonriendo con la misma picardía que él, en un aspecto nos parecíamos mucho y es que éramos unos pervertidos con fetiches muy poco aceptados en la "sociedad"... Pero... ¿Quién necesitaba sociedad teniéndose a uno mismo? ¿Quién necesitaba más gente cuando ya se tenía un número reducido, en mi caso una persona, en la que confiar plenamente? En mi opinión, yo no necesitaba más.

"~¿Ah, sí? Eso es magnífico. Juntos no nos podrán parar, les machacaremos todos. Tú delante, dando espadazos y recibiendo los golpes; y yo lejos, perjudicando con genjutsus, sin peligro alguno. La estrategia perfecta.~" Me reí sarcásticamente ante tal afirmación y con gracia le respondí. -Claro, pero pensaba usarte de escudo contra todos los ataques que me lancen, especialmente los de elemento fuego y eso, espero que no te importe.- Afirmé cerrando uno de mis dos ojos, y sacando la lengua ligeramente. "~Y, bueno, sobre si he hecho algo interesante... la verdad es que no mucho. Últimamente ando bastante aburridillo. Y no me he encontrado a muchas niñas, a ver si tengo más suerte y me encuentro alguna que esté bien.~" Le escuché atentamente, asintiendo a cada palabra que decía para erguir mi cuerpo empapado por la lluvia, estirándome y mirando en una dirección. -Desde que Ame está como está, es difícil ver niñas que estén bien nutridas. En fin siempre es mejor cazar algo sano que algo enfermo.- Dije riendo para mis adentros mientras tomaba con una mano el cuerpo de uno de los muertos y con la otra el otro, cargándolos en mi hombro y asegurándome de que el corte no estuviera cerca de mi ropa, no quería mancharme después de todo y ya estaba acostumbrado a cargar cuerpos. -Los usaré para operar... Kufufufufu~- Dije riendo de mi forma más característica, para luego escuchar sus palabras atentamente. "~Y... ¿sabes algo sobre el que va a ser nuestro sensei?~" Pensé un poco y respondí francamente. -Su nombre es Kiryu, no sé nada más, le he visto un par de veces, pero nunca hemos hablado, al menos todavía no.- Me encogí de hombros ligeramente a pesar de estar cargando dos cuerpos humanos y comencé a caminar por las calles, esperando que Óderis me siguiera. -Mi casa no está lejos, dejaré a estos dentro y podremos ir a donde nos plazca.- Aseguré, mirándole de reojo y sonriendo de forma pacífica y amable.