Hacía tiempo que Law llevaba pensando aquello de apuntarse al torneo, aunque era un fastidio eso de no poder usar armas, confiaba en el resto de sus inexsistentes habilidades de combate cuerpo a cuerpo, en su habilidad para transformarse en animales y beneficiarse de cuerpo para sus habilidades y de su habilidad para contar chistes divertidos y muy sádicos. -¿Qué le dice un muerto a otro muerto?- Decía el chico, que se dirigía a una chica de pechos voluminosos que pasaba por allí, la chica, sorprendida no respondió, algo asustada por la figura que ahora le hablaba. -¿No lo sabes? Es fácil... ¡Nada porque están muertos y en descomposición!- Era un chiste muy malo, pero más mala era la sádica risa que salía del joven, asustando a la muchacha, Law nunca había estado en la Aldea de las aguas termales, pero tenía pinta de ser interesante. La chica, salió corriendo rápidamente... Bueno, Law ya había visto como era, la encontraría en alguna casa y la violaría como siempre hacía, pero ahora mismo le apetecía más ir a visitar a su querida sensei, al parecer sería una chica la que entrenara al joven de cabellos negros y Law, esperaba que fuese del tipo de mujeres que le gustan... Peleonas y sensuales. -Lo sentiré por Óderis si no es una niña, pero ya hay muchas niñas en el mundo.- Dijo riéndose para sus adentro, llegando al punto de encuentro donde solo había una niña. -Niña... ¿Has visto a alguna mujer de pechos voluminosos con aspecto de ninja? Responde rápido o llamaré al Pedóderis.- Dijo Law con una mirada intimidante.

Spoiler:

off rol:

No llovía en Yugakure. Y eso, para mí, que había pasado toda mi vida en Amegakure, era algo que me producía un ligero chute de felicidad y éxtasis que habría sido genial en cualquier otro momento, pero después de haber tenido que viajar sólo porque mi sensei es una estúpida que, encima de retrasar nuestro entrenamiento, le había salido de los putos ovarios que tuviésemos que encontrarnos tan lejos de nuestra ciudad natal, me provocaba un sentimiento que no era justamente grato. Pero bueno, no llovía. Era algo.

El camino había sido bastante tranquilo y sin inconvenientes, la verdad. Y eso hizo que fuese mucho peor. Aburrido, demasiado. Lo más divertido que hice fue descuartizar al perro de un niño cuando éste no miraba. Escuchar desde la lejanía la "agradable" sorpresa que se llevó cuando lo encontró fue ciertamente placentero. Y bueno, me encontré a una realmente mona niña de unos nueve años, rubia, y con un vestidito casi tan mono como ella que parecía que decía "mis padres quieren que me violen y por eso me visten así". Y estuve a punto de hacerlo, cada célula de mi cuerpo me gritaban a un volumen de diez mil decibelios que lo hiciera, que aprovechara un momento en el que no miraran, que la raptase sigilosamente, una mano a la boca y... pero desgraciadamente, no pudo ser. Estaba rodeada de demasiadas personas, viajaban en un grupo numeroso. Deseaba matarlos a todos y punto, pero habría sido demasiado llamativo, no querría verme rodeado de repente de decenas de shinobis que buscan mi cabeza porque tiene un precio. Sabía que siendo como era, acabaría ocurriendo igual, pero primero era conveniente entrenar hasta poder sobrevivir.

Ah, y claro, había llevado a cabo el viaje al paso más lento que podía. Demasiado lento, y lo sabía, pero, oh, no saben cómo me la suda. Que se joda. Una lástima que al final me haya atrasado tan poco, habría preferido llegar un par de horas más tardes.

Ahora, ya en Yugakure, caminaba tranquilamente por la ciudad mientras me dirigía al lugar en el que se habían reunido. En mitad del trayecto, se me acercó una joven chica... aunque no lo suficientemente joven, aparentaba tener de veinte a veintidós años. Demasiado mayor para mi gusto.

-Disculpa... no soy de esta aldea y estoy algo perdida. ¿Sabes dónde se encuentra...-Decía, pero le miré fijamente a los ojos con una mirada tan fría que habría causado pavor hasta al más valeroso de los Kages, y mi mirada hizo que no pudiera más que callar rápidamente.

-Disculpe, no le puedo ayudar en ese sentido.-Mi voz, fría y pausada, hacía la combinación perfecta junto a mi mirada para hacer que la doncella deseara huir corriendo de mí.-Pero, ¿sabes? Te puedo ayudar de otra forma. Dándote un consejo.-Me acerqué a ella y empecé a susurrarle al oído, haciéndole sentir en su piel mi gélido aliento-No hables con extraños... y da gracias a que estemos a plena luz del día y haya gente... ¿se te ocurre la de cosas que podría ocurrirte si llega a ser de noche?.

Me di la vuelta rompiendo el hechizo que había atrapado e inmovilizado a la chica, y ésta empezó a correr. No me hizo falta verla para saber que estaba llorando. No me importaba que su llanto hiciese que una gran cantidad de gente comenzara a mirarme, para ellos seguramente sólo fuese su novio y recién haya cortado con ella, o alguna tontería así. Además, llamar la atención era un riesgo que podía asumir con tal de hacer lo que hice, hacía tiempo que no hacía algo así y ya no aguantaba ni una milésima más conteniéndome.

Pocos minutos después pude divisar a mi compañero Law. Apresuré mi paso, y cuando estábamos a unos cinco metros de distancia dije:

-Saludos, amigo. Recuerda para la próxima que te obligue si hace falta para que viajemos juntos cuando nos dirigimos al mismo lugar, no sé cómo hemos sido tan idiotas de no pensar en el otro y en ir solos. No sabes lo de aburrido que es viajar tanto sin disponer de tu presencia para numerarte las ventajas de la pedofilia.-De repente, mis ojos se encontraron con los de una joven niña que estaba cerca de Law. Y fue como si la presencia de mi amigo desapareciese de pronto. Silbé de forma pícara.-Vaya, vaya, la situación acaba de mejorar a una velocidad vertiginosa.-Me acerqué a ella, me agaché y empecé a alborotarle el pelo con la palma de la mano.-Hola, preciosa. ¿Te has perdido? ¿Están tus padres cerca?

Mienrtas esperaba respuesta, miré a mi compañero, y le pregunté:

-Por cierto... ¿dónde está nuestra sensei?

Mi vista se desvió al joven de cabello oscuro, parecía bastante mono, creyendo que me estaba intimidando con aquella "amenaza". Una risita leve y juguetona se me escapo, mientras fingía perder el equilibrio y caer al suelo haciéndome algo de daño en las rodillas, cuanto más pequeñita pareciese más me iba a reír cuando supusiese quien era. -Una chica... ¿De pechos volu-minosos? Um... ¡No! la única chica mona que hay por aquí soy yo, jejeje...- Me moví levemente, quedando sentadita en el suelo mirándome las heridas de mis rodillitas, con decepción, como si me diera coraje el haberme caído. Pese a ser solo una treta tenía que ser todo lo creíble posible así que seguí esforzándome un poco y las sacudí algo torpemente con mis pequeñas manos, mientras que mis ojos reaccionaban enrojeciéndose algo y brillando como si estuviera a punto de llorar pero sin llegar a hacerlo. //Me niego a llorar, Jump// Por desgracia mi hermosa actuación fue interrumpida por un joven, que si no me equivocaba era el integrante excesivamente impuntual del grupo. Algo molesta, volví a hinchar levemente mis mofletes y deje soltar un suspiro de resignación mirando a los dos sujetos, expectante, no parecían tener mucha inteligencia, éramos las únicas tres personas en aquel lugar... que no supieran que yo era su sensei era cuanto menos decepcionante. //Valla, parece que mis dos queridos pupilos son más inocentes de lo que parece...// Cerré los ojos un momento y les sonreí. -Bueno, supongo que ya es hora de dejarse de tonterías chicos, y no... He viajado solita desde Amegakure aquí ¿Estáis mas cerca de adivinar ya?...- Me incorpore con gracia y agilidad, tomando una pose extremadamente mona con las manos entrelazadas por detrás de mí y ladeando un poquito la cabeza sonriendo, mientras decía al fin mi monosa presentación. -Mi nombre es kokonoe, Rin, tengo 8 añitos y voy a ser vuestra sensei hasta que ascendáis a Jounnin, perdón por el retraso chicos...- Pestañee un par de veces examinándolos levemente y mire hacia un lado con un aire de algo de descontento, devolviéndoles mi mirada con algo de ternura infantil. -Y vosotros queridos viejales me habéis demostrado tener menos inteligencia de lo que creía, pero bueno lo compensáis bastante siendo tan monos, nya~- Acababa de dejar ver sin poder evitarlo un pequeño delis entre tanta dulzura, aunque por los comentarios anteriores de ellos ambos esperaban de su sensei... algo parecido a lo que esperaba yo de mis alumnos, así que tampoco debería sentirme muy culpable por querer jugar un ratito. "Son juegos de niños" después de todo. -Buenoo... necesitare saber algo de vosotros para enseñaros, así que... ¿Alguna idea?- Les cuestione con inocencia.

La niña era demasiado adorable para que Law realmente pensase que ella era su maestra, pero algo en el interior le decía que algo no andaba bien... -Eres rara, niña.- Afirmó el joven de cabellos negros mientras se apoyaba en su espada ligeramente y miraba a la niña desde más cerca, joder, el pedófilo paracía Law y no Óderis... Pero por suerte para arreglar las apariencias apareció el amigo del alma del espadachín, echándole una pequeña bronca por haber salido separados hacia la aldea en la que ahora se encontraban. -Joder, perdona, iba camino a tu casa y un par de las mujeres que a mi me gustan pasaron y... Me perdí, me perdí.- Negó con la cabeza con una ligera sonrisa, bueno, nadie más que Óderis podía comprender a Law. -Como sea...- En ese instante Óderis perdió el interés en Law para acercarse a la niña que allí estaba y pedofileársela, seguramente... Tal para cual, si había chicas de su interés cerca se ignoraban mutuamente... Finalmente Óderis por fin se interesó por el tema y preguntó donde estaba nuestra sensei. -Ojalá lo supiera, solo estaba aquí ésta niña pequeña... Violala rápido y vámonos, si no hay sensei que esté buenorra no me interesa.- Afirmó el joven de cabellos negros mientras se rascaba la nuca, algo molesto en parte por no encontrar la sensei que él quería.

La niña, en un arranque de querer llamar la atención a ojos de Law, empezó a parlotear como un loro que nunca se callaba, hablando de nosequé de que ella era una sensei de Amegakure para Law y Óderis. -Niña, no me toques las pelotas que no estoy de humor.- Afirmaba el señor "cirujano" algo enfadado, mientras se apoyaba en su espada y se quitaba su gorro favorito y se rascaba ligeramente el pelo, la ausencia de lluvia le parecía extraña, pero para variar no estaba nada mal. -¿Enseñarnos? Sí, bueno, podrías ir a por un tren de juguecito y enseñarnos a usarlo, nunca he jugado con ninguno.- Afirmó a modo de burla hacia la niña, riéndose para sus adentros.

El tercer párrafo es un puntazo

Me mostré escéptico ante la mayoría de tonterías sin sentido que decía la niña, aunque no pude más dedicarle mis cinco sentidos (y puede que alguno más) a su frase:

-Y vosotros queridos viejales me habéis demostrado tener menos inteligencia de lo que creía, pero bueno lo compensáis bastante siendo tan monos, nya~.

La frialdad que se había presentado en mí hace unos breves momentos para asustar a una idiota empezó a desaparecer, para ser sustituida por un calor que inundó mis venas e hizo que empezara a dirigirse a un punto concreto de mi cuerpo en el que hacía bastante falta ahora mismo.

Luego, dijo que necesitaba saber algo de nosotros. Ahí ya que perdí el control, así que mostré una sonrisa de esquizofrénico y respondí:

-Oh, tranquila, yo sí que te voy a enseñar una cosa de mí... una gran cosa...-Dirigí mi mirada hacia Law, y le hice un gesto que él ya debía entender, pero por si acaso, lo acompañé con unas palabras:-¿Qué tal si nos dejas solos, majo? Por cierto, en esa casa de ahí-Dije, mientras señalaba una casa blanca de tejado rojo, de tamaño mediano.-He visto a una joven de las que te gusta, ya sabes, de las que intentas abrazar y "algo" se interpone entre vosotros. Y está sola, no vive con nadie. Creo que podrías ir a "visitarla".-Volví a prestar mi atención a la niña.-¿Por qué no me acompañas? Tengo caramelos en mi casa.-Lo de que tengo caramelos no era una mentira. Siempre tengo caramelos en mi bolsillo. Son para los niños lo que un cepo para animales. El 90% de las veces funciona.

Al parecer ambos chicos me subestimaron y eso no me hacia ninguna gracia, es mas, incluso me hacia perder un poco los nervios, si no creían que yo era su sensei iban a darse cuenta tarde o temprano, ya que si perdía el control acabaría haciendo "pff" y demostrándole a alguno "a la fuerza" con quien se estaban metiendo. Sin prestarle ateción al principio a el joven Óderis me dirigí a Law, algo seria y con un tono diferente en mi voz mientras un brillo amarillento en uno de mis ojos se manifestaba. -Sí, voy a enseñarte a jugar con otro trenecito muy peculiar, aunque seguramente ya tengas experiencia con el trenecito de otras personas, no tienes pinta de que las chicas se peleen por ti... a lo mejor lo hacen los chicos...- Tras lo dicho me froté infaltilmente el ojo que había brillado haciendo un pequeño pucherito. -L-lo siento, pero no me hagais enfadar joo, que soy vuestra sensei de verdad...- me quedé algo perpleja mirando a ambos y observando como me trataban como si fuera tonta o algo asi. Ladeé un poquito mi cabeza al crear una estrategia para que me tomaran atención de una vez, no quería llegar a aquel extremo aún, de mostrar a mi verdadera yo, ya que esta yo era "una invitada" por decirlo de algun modo, pero seria necesario. //Un pedofilo y un obseso de los pechos, esto va ser divertido...// Lo de los caramelos suena bien pero a Yoko no le gustan mucho... y no quiero dejarle el sabor en la boca. Sabía que no me comprenderían si lo decia asi, por lo que me dirigí haciendo equilibrios hacia el centro de las aguas termales y una vez allí les mire fijamente. Quizás asi me creáis de una vez por todas.....- les guiñe infantilmente.

Sin hacer ningún sello, una gran nube blanca de vapor me rodeó y la silueta de mi verdadero yo se dibujo através de ella.
-Ésta es mi verdadera forma, mi madre tuvo tres hijos, el mayor lelouch vi rikodou, sus dos siguientes hijos fuimos rin y yo... Yoko kokonoe... pero algo sucedio, uno de los bebes no tenía suficiente fuerza y mi chakra era tan poderoso desde siempre que absorbió el de mi hermana, sellándolo en mi interior, al ser ella tan débil y depender de mi para existir se ha desarrollado muy lentamente y tiene la mitad de edad que yo...- La nube de vapor se disipó dejando ver mi cuerpo al completo, mi cabello rojizo recogido en una coleta, mi ajustada ropa, mis atributos, vientre y resto de mi cuerpo. -Yo tengo 17 años y he destacado siempre sobre el resto de mi clase, ¿Me veis ya lo suficiente madura en edad para ser vuestra sensei? ¿O aún dudáis?...-Caminé lentamente, pero con desición hacia delante sacando de mi espalda el barrier que solía utilizar apoyándolo sobre el suelo y sobre él un poco yo. Por tentadoras que pudieran parecerles vuestras ofertas a rin, a mi no me dais ni un poquito de lastima y estamos aquí para entrenar, y visto que solo pensáis en una cosa os motivaré con eso.... os haré una prueba muy común que ya conoceréis, yo tendré dos hermosos cascabeles...- Dije a la par que jugateaba con los pequeños cascabeles entre mis manos. Vosotros tenéis que intentar cogerlos, y el más fuerte... astuto... o que simplemente coja los dos cascabeles...- Dije a la par que jugateaba con los pequeños cascabeles entre mis manos. Elige el premio... creo... que es bastante justo... a claro, como no... por supuesto también elige la hermana kokonoe que quiera, si el premio tiene que ver conmigo... y cada vez que me déis un golpe me trasformare.... ¿Os parece... bien?- Marqué con un tono sensual mis palabras para darle, el contexto y el énfasis que yo quería a la conversación, a la par que ataba uno de los cascabeles haciendo un pequeño circulo y lo meti entre mis pechos y el otro lo puse sobre mi lengua manteniendolo en mi boca. -Esto solo.... es para hacerlo más interesante...-

Spoiler:

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Mientras yo trataba de burlarme un rato de la niña, antes de que mi amigo Óderis se la llevase para hacerle de todo menos darle el caramelo que le había ofrecido, un suspiro se hizo presente desde mis adentros, la niña había vuelto a responderme y la verdad es que estaba perdiendo la paciencia, no quería matarla por el hecho de que estábamos en una aldea nueva, nueva gente, nuevas ideas.... Pero en el fondo nada cambiaba, todo era lo mismo y giraba en torno a un destino. -Niña, tú eres tonta.- Resumí en cuatro sencillas palabras mientras volvía a ponerme mi gorro favorito, irguiendo mi cuerpo y mirando de forma amenazante a la niña... Óderis por otro lado, me hacía un gesto para que me fuese pues estaba a punto de atacar a la niña y me señaló una casa cercana, afirmando algo que me hizo sonreir de forma pervertida. -Perfecto... Ya iba teniendo ganas de encontrarme con alguna "buena amiga" y sus dos compañeras.- Sin embago algo me intrigó y me incitó a esperar un poco más y es que la niña se empezó a adentrar en las aguas termales diciendo cosas extrañas que si soy sincero, me importaban una mierda. La silueta de la joven cambió a la de una mujer de las que me gustaban a mi... Pechos grandes, cuerpo joven... Diecisiete años.... Perfecta para mi, solo había un problema... La interrumpí a la mitad de su historia de los cascabeles, algo que no me había gustado nada era su osadía a la hora de proponernos eso a mí y a Óderis. Así que más o menos cuando estaba explicando que el premio podía ser cualquier cosa... Incluyendo su propio cuerpo, empecé a sentir asco. -Muy osado por tu parte, ramera barata. No me interesan las guarras que se venden como tú.- Emití un leve suspiro, mientras desenvainaba lentamente mi espada. -Pero si Óderis quiere ese premio, yo le ayudaré a conseguirlo.- Afirmó sonriendo de forma sádica, jamás competiría con mi mejor amigo por una mujer. -Y una cosa más, no le cuentes tu vida a completos desconocidos, eres un coñazo.- Mis palabras eran de todo menos bonitas, tenía un temperamento explosivo a la hora de hablar, pero en el combate mantenía mi temple igual que siempre, una vez me coloqué en una postura defensiva, observando donde ponía los cascabeles la muchacha, se me pasaban miles de ideas sobre qué desmembrar primero... Una idea me cruzó la mente como un rayo de luz una ventana, lo primero que le cortaría a esa chica cuando la dejase inconsciente sería la lengua, para que nadie tuviera que sufrir su irritante y aguda voz de putón de burdel.